30/10/2011 (GUADALUPE) DE LOGÍSTICA (¿ILÓGICA?) Y PRIORIDADES EN GUADALUPE

Por... Javi Penúltimo (Cronista Oficial de Los Perdíos)

 

LOGÍSTICA:“conjunto de medios y métodos necesarios para llevar a cabo la organización de una empresa”.

 

A la hora de organizar un evento de este tipo primero hemos de establecer prioridades.

 

- Fecha: ¿buscamos una fecha que favorezca la asistencia del mayor número de Perdíos, o sea, un día de fiesta, un puente, etc.?, o ¿fijamos la fecha dependiendo de cuando haya duchas disponibles? En palabras del PRIOR: "prior aquae, potior datae". Pero como las duchas no era una prioridad, nuestra opción fue clara: fijamos la fecha que mejor nos convenga y, si fallan las duchas, nos apañamos con unas toallitas perfumadas.

 

- Segunda cuestión: ¿desde dónde partimos?. El año pasado nos hartamos de “ruta verde”, salimos desde Don Benito y llaneamos hasta aburrirnos. Otro año habíamos partido desde Cañamero, llegamos hasta Berzocana y acabamos en Guadalupe.

 

A la propuesta de Barna de salir desde Guadalupe Avería contestaba que él no quería pachanguitas, era preferible salir desde Don Benito que no hacer veinte kilómetros por Guadalupe y luego “jartarse” de cervezas. Según Cancelara de pachanguitas nada, se podía hacer una de cuarenta o cincuenta kilómetros por la zona que, sin duda, serían duros. De la misma opinión eran Mario y Jose, también partidarios de salir desde Guadalupe. Y para que no hubiera dudas, Ángel GC nos dijo que tenía algún amigo utóctono que podría guiarnos por la zona.

 

- Poco a poco íbamos avanzando. ¿Y la hora? ¿A qué hora salimos? Mario abrió fuego con las 6:15. A Barna le parecía disparatado y en la misma tónica proponía ir la noche antes de fiesta al DUE y luego empalmar (sin reflexivo). Oli proponía las 3 de la madrugada, para terminar el recorrido a la hora del desayuno. Finalmente Jose puso los puntos sobre las íes y propuso una hora razonable, las 6:30 -que sino nos cogería el toro-.

 

- “Unos van en bici, otros en amoto y los de ….uno detrás de otro”. Efectivamente, ¿cómo vamos?, ¿cómo llevamos las bicis?, ¿quién lleva coche?....Una vez más, Javi se ofreció a llevar su tiko-furgón. Iba de bicis hasta las trancas. Bici, cartón, bici, cartón, bici, cartón…Los cuñaos Ángel y Jose montaron un dúo. El mini coche del primero llevaría dos. LuisPortu se lo montaba él sólo, ya que no iba a poder disfrutar de la morcilla. El resto de cuatro en cuatro, como Dios manda.

 

Y llegó la hora, las 6.30 a.m., que eran las 7.30 a.m., antes del cambio de hora. O sea, que el madrugón no era tanto, ¿nooooo, Barna? Había cierta inquietud por los despistados. Claro, que eso no iba a ser un problema para el grupo. El que se confunde espera una hora en la gasolinera y ya está.

 

Visto desde el retrovisor, Tiko lo definió muy bien: parecíamos una comitiva fúnebre, el furgón seguido de una fila de varios coches. Al contrario que en otras ocasiones, el desayuno no sería en la salida, sino por el camino.

 

Pasadas las ocho aparcamos a la entrada de Guadalupe, donde nos estaban esperando los cuatro amigos de Ángel que nos acompañarían en la ruta y donde coincidimos con un montón de autobuses -no los conté porque eran muchos y porque tenía que ayudar a bajar las bicis del camión, pero, sobre todo, porque no tenía ganas-. De los autobuses bajaban un montón de adolescentes que venían a una especie de convivencia. Estos últimos sí los conté, porque ya habíamos terminado de bajar las bicis. No digo la cifra exacta por temor a confundirme, pero superaban los trescientos, curas incluidos.

 

Por fin, pasadas las nueve y después de engrases de cadena, arreglo de un pinchazo y otros ajustes de última hora, comenzamos a pedalear. El destino era una incógnita para la mayoría de nosotros. Partimos desde la zona oeste de Guadalupe, cruzamos por la plaza y tomamos dirección noreste por la carretera de Navalmoral. Pronto abandonamos esta carretera por un camino con una pronunciada cuesta. Los amigos de Guadalupe tenían cara de buenas personas, Ángel no les debía dinero y, sin embargo, no dejamos de subir hasta que no tocamos las antenas. Crash, cataclas...ostía....,cambios que no entran, cadenas que se salen.... La cuesta nos había cogido por sorpresa.

 

No pasaron ni cinco minutos cuando el grupo se detuvo. !Qué calor!. Sobraba hasta el tanga. Culotes largos, camisetas térmicas, maillot, mangitos, chalecos, chaquetas... Alguno quizás había previsto encontrarse nieve en el trayecto. Parecíamos un montón de metopáusicos con sofocos. El que pudo se quitó lo que pudo. Los que traían culote largo -la mayoría- se tuvieron que aguantar. -Yo voy bien, no me molesta, decía alguno. Pa mí que no se habían depilado. Otros se quitaron manguitos, alguno la camiseta interior, y todos los chalecos. Estos son los estragos del ataque de "Lospitemperatura" que le había entrado alguno al salir de casa.

 

Adaptados a las condiciones meteorológicas, continuamos subiendo por un estrecho camino, sombreado en muchos tramos y con unas vistas espectaculares. Únicamente había que tener cuidado de no pisar una especie de grandes abreojos que parecían importados de Almendralejo. Para mí que eran los frutos de los castaños.

 

Aunque el ritmo no era fuerte, hubo que hacer un primer reagrupamiento en una zona despejada. Unos esprinters fueron los últimos en llegar. ¿Se estaban reservando para el final?. No, hoy no tocaban esas cosas.

 

Tras varios minutos reanudamos la marcha. Una ligera bajada nos llevaría de nuevo a la carretera. Sin duda, esta zona fue la más bonita del recorrido. De nuevo nos paramos, pero esta vez para decidir que opción de ruta tomar. No recuerdo muy bien las opciones que nos plantearon nuestros amigos de Guadalupe pero, al final, decidimos tomar la pista que subía directamente a las antenas militares, a unos 1.500 metros de altura. Interminable subida. Apenas había zonas para recuperarse. En cierto modo era parecido a la subida a las antenas de Montánchez, pero quizás con rampas más empinadas. Otro lo había comparado con la subida a la Bola, pero más larga y con menos pendiente. Algunos aguantamos gracias a que el ritmo del grupo en general era tranquilo. En plan amigos, para que se entienda. Una excelente temperatura ayudaba. No quiero ni pensar en un día nublado, con un poquito de lluvia y viento.

 

Superada más de la mitad del recorrido, de nuevo otra parada. Ésta la penúltima. Allí coincidimos con un grupo de moteros que habían subido la ladera por un sitio imposible. Era ya mucha cuesta. Alguno se lo estaba pensando. Venga, un poco más, que nos espera la morcilla. Ya no habría más paradas hasta llegar a la cima. Subimos por grupos como podíamos. Un par de incidentes atrás pasaron desapercibidos para alguno de nosotros. Por un lado, uno de los amigos de Guadalupe -disculpas por no recordar los nombres- se "tropezó" con la bici que unos ciclistas que habían dejado en medio de la pista. A pesar de dar una vuelta de campana completa no tuvo consecuencias la caída. Más tarde nos contaría que en estos casos para hacerte menos daños conviene caer con los brazos flexionados hacia dentro (¿..?). El otro incidente lo protagonizó el minigrupo de esprinters -Jose y Cancelara-. Ellos dos solos, sin la ayuda de Avería, consiguieron hacer un apaño a la cubierta trasera, a la que le había salido un bulto, con un par de parches. Esta razón y no otras -la mayoría pensábamos que se habían rajado- hicieron que llegaran arriba cuando ya casi nos íbamos.

 

El último tramo para culminar era como la subida a la caseta de La Cabra, pero a lo bestia. Atrévete a subir sin coronita. Uf, por fin. Ahí estaban los primeros compañeros ya sentados y comiendo. -Eh, eh, sigue, sigue. Pensaba que era una broma. Aún no había llegado, quedaba una última rampa, encementada, a mala leche. Yo no iba a subir, pero macho, o subes, o no has llegado hasta arriba. Ahora sí, se llega a una especie de helipuerto donde ya no se podía subir más, a no ser que escalaras por la torre de una de las antenas. Pero eso sería sin bici.

 

Intentando secarnos el sudor al sol, comimos con mucha tranquilidad. Ahora tocaba abrigarse para la bajada. Algunos buscamos por los alrededores cualquier cosa para protegernos el pecho. Ni una mísera bolsa de plástico, ni un cacho de cartón. Mario no se dio por vencido y abordó a un coche que bajaba de las antenas. -Perdón, caracebra, ¿tienes un periódico usado o una revista? .Por la reacción del individuo creo que le malinterpretó. Le quería dar una hoja de una pequeña libreta, suficiente para limpiarse después de giñar.

 

Lo más difícil ya había pasado (¿seguro?). Ahora descenderíamos sin parar hasta el cruce de la Ermita del Humilladero. ¡Qué gozada¡ Sin más precauciones que esquivar algunos baches para no llantear la bajada fue a gran velocidad.

 

Una vez allí, teníamos dos opciones: bajar directamente al pueblo y, en menos de diez minutos dejaríamos de pedalear o, tomar un camino al oeste para dar un pequeño rodeo y retrasar más de media hora la llegada. Aunque no era muy tarde, no queríamos arriesgarnos y bajamos a Guadalupe por un estrecho sendero hasta que nuestro amigo Andrés pinchó. En menos de diez minutos ya estábamos sentados en la plaza para hacernos la foto. Ambientazo en la plaza.

 

Y ahora tiramos otra vez de logística. El furgón al oeste, las duchas al otro lado del pueblo al noreste y nosotros en el centro. Opciones: llevamos las bicis al furgón, cogemos los bolsos y nos desplazamos en coche a las duchas; o recogemos los bolsos y vamos en bici a las duchas y una vez duchados volvemos al furgón, metemos las bicis y los bolsos y vamos andando al restaurante. Inexplicablemente optamos por la segunda. Con los bolsos a la espalda subimos -de nuevo- varias cuestas hasta llegar a las duchas. Dejamos los bolsos y las bicis y cogimos las cervezas y las morcillas.

 

Con mejor o peor acierto con la logística, disfrutamos de un gran día gracias entre otros, a Ángel GC, por ocuparse del restaurante y, sobre todo, por buscar unas duchas casi casa por Y gracias a los amigos de Guadalupe por su acierto en la ruta y por la paciencia con nuestras indecisiones. Disfrutamos de una buena comida y creo que no hablamos de puntos.

 

El año que viene más y mejor.